De Dientes para Afuera...

Posted by Lucia On octubre 26, 2008 1 comentarios

¿Podrías ayudarme aquí?- dijo, ordenando delicadamente, a quién comía su cuello con cadenciosa urgencia. Los besos y dientes se detuvieron aguantando la respiración y soltaron una risita siniestra. Por toda respuesta ella liberó su cabello atado con un lazo, y comenzó a descender mediante minúsculos lengüetazos por el torso desnudo hasta quedar hincada frente a él. El cinturón no ofreció resistencia y mientras desabotonaba el pantalón alzó la mirada clavándola en su rostro complacido. Bajó el cierre y tiró de los jeans bajando también los bóxers lentamente, dejando al descubierto el pene erguido. Miró la erección con agrado y posó sus labios en el glande. Despacio abrió su boca para dejarle entrar mientras su lengua danzaba ensalivando, probando…
Sintió el espasmo que recorrió a su acompañante, y comenzó la tarea de movimientos rítmicos que lo hizo gemir. Llevó su mano izquierda a los testículos masajeándolos con lascivia, en tanto que la derecha bajó a través de su cuerpo ya desnudo desde el inicio, buscando el clítoris. El vaivén de su cabeza era acompañado por ambas manos que propiciaban a la vez placer y urgencia. Cuando él empezó a mover su cadera, llevando el glande hasta su garganta, sus dedos se insertaron con rudeza en la vagina haciéndola a gemir. Los movimientos cada vez más bruscos la hacían excitarse de una manera insoportable; la respiración entrecortada de él la invitaban a oprimir con sus labios el pene que la envestía; la mano en su sexo la invitaba a buscar un final que estaba cerca.
El orgasmo la alcanzó primero haciendo su cuerpo explotar, perderse, pero siguió con su tarea porque él también estaba cerca. En unos segundos sintió como el miembro se hinchaba y latía, él soltó un grito de placer que se cortó cuando los dientes en un movimiento limpio se cerraron. –Un eunuco más para la colección- rió para sus adentros…
Primer cuento en Argentina
Nada parecido a lo que escribo normalmente...
Con tu perdón Zero y el de todos tus lectores...
O sin el ¡JA!

Soñé que me tiraban al mar...

Posted by Alan On octubre 12, 2008 1 comentarios



Anoche soñé que me tiraban al mar. Para ser más fieles a la verdad, soñé que tú me tirabas al mar:


Era de noche, pero no me importó, todavía tenía fuerzas para hacer algo más, y yo quería ver el mar. Era una de esas ideas extrañas que no sabes por qué las necesitas, pero yo sabía que tenía que estar esa misma noche cerca de la orilla salada. El cansancio no existía, aunque el día entero fue pesado y muy en el fondo no tenía fuerzas para nada más.


Tomé las llaves de la vieja camioneta de mi padre: una Town and Country 96, y me puse a manejar hacia la única playa que conozco bien; la playa de Chachalacas, que está a unos cuantos kilómetros de Veracruz.

El acostumbrado viaje fue tranquilo y sin contratiempos, de hecho son de esos viajes nocturnos en los que no pasa absolutamente nada. Solamente ves el pavimento iluminado por los faros, repasas las señales de tránsito que te van manteniendo despierto: 80Km, 55Km, Poblado próximo, Cuidado con las vacas, qué se yo… Pagas un par de casetas baratas y el resto lo tomas por las carreteras federales, llegas…


Al llegar no era tan tarde todavía, había hombres en bermudas y mujeres abanicándose; todavía estaban los niños despiertos. Un ambiente crepuscular de esos en los que puedes salir a jugar pelota hasta que la noche sea tan obscura que dé el juego por terminado.


Me estacioné cerca de la playa, cerré la camioneta con llave y me estiré un poco antes de salir a caminar. Estaba feliz, ese tipo de felicidad que solamente se consigue al cumplir un capricho absurdo, esa felicidad que se obtiene al saber que todavía te queda algo de poder, algo de voluntad propia para hacer lo que te venga en gana.

Había un enorme brazo de tierra que se adentraba en el mar; quizá fuera de unos quinientos metros, aunque junto a las titánicas proporciones del mar se veía solamente como una mínima extensión terrestre. Se extendía de la costa a nivel de las aguas, y poco a poco iba subiendo de altura. Y en el extremo más alejado, era ya un acantilado sobre el cual se veían las olas estrellándose a lo lejos.

Caminé por el brazo de tierra lentamente, sin prisa, saboreando la sal y el viento cálido, todavía en el camino me encontraba con gente que me miraba con pinta de “extranjero”. Llegué al extremo y había unas niñas jugando, gritaban y reían estruendosamente, ¡son niñas! Una de ellas se me acercó y me dijo: -¡queremos que saltes! ¡Salta! ¡Salta! le puse una mano en la mejilla y le dije lo más dulce que pude –No corazón. Mientras que muy dentro de mi cabeza pensaba: “yo no soy el juguete, ni la diversión de nadie”. Seguí caminando, y mientras miraba al horizonte sentí un empujón a mis espaldas, un empujón enérgico y sincero que me despegó del suelo y me precipitó a las olas. Curiosamente en vez de caer viendo al mar caí viendo hacia arriba, a los nubarrones obscuros, al acantilado cada vez más distante y finalmente todo con burbujas y muy azul.



Foto: © 2008 Alan Arroyo.

Flaca...

Posted by Alan On octubre 04, 2008 1 comentarios



Hay una fotografía tuya que me gusta mucho…. Ya no sé que más decir sin que suene al flitreo, pero seguiré de acuerdo al plan. Mañana, Monday que nos volveremos a ver… a oler. Me encanta que fumes esos cigarrillos, no porque te vayan a matar después de un tiempo. Sino porque me gusta el olor que despides; no me gusta que seas tan delgada, pero me gusta que seas alta. Me gusta la manera en que dices “Buen día…” y decididamente me gustas por coqueta por arpía y subterránea… Probablemente me esconderé en mi coraza de siempre y negaré que escribí, que lo pensé. Ferozmente diré que no es cierto, me comeré las uñas, y me morderé los nudillos. A fin de cuentas, por eso me gustas, por que no te importo, porque no me hablas, porque sin importar lo que pase, no va a pasarnos nada, porque ni yo te amo, ni a ti te importo. Pero es bonito pensar en que tengo tu foto; que algunos preguntarán “¿quién es?”, y yo les responderé con la misma mentira siempre: “una amiga” que seguirás diciendo “Buen día…”, y quizá algún día el bendito cigarrillo te mate, pero no me tocará a mi llorar hasta secarme, hasta tener los ojos hinchados y morados, a golpear con los puños el ataúd que encierra tu cuerpo. Probablemente asista, vea tu cara blanca y falsa. Lo más incómodo va a ser encontrarse con el pobre infeliz que llora junto a ti. Yo me pondré triste un rato y después, caminando lentamente a la salida del panteón recordaré: “cómo me gustaba esa flaca”.

Hoy, dos cosas...

Posted by Alan On octubre 03, 2008 0 comentarios


Cosa # 1:

Nunca he creído en las casualidades, o más bien creo que las casualidades no existen, todo tiene más o menos que ver con todo porque todo nos lo buscamos ---¿se entenderá eso?--- Hace poco cayó en mis manos una hoja que escribió una mujer (o supongo será una mujer). En ella relataba sus desventuras y al
gunas otras cosas que no entendí muy bien... La dejó en la biblioteca, justo sobre la mesa donde Sonia y yo trabajábamos.

Lo importante, o lo que "ella" consideraba más importante era remarcar eso de las casualidades. Aunque no creo que funcione así, ya que si dejó esa hoja encima lo hizo con un propósito, YA NO HAY CASUALIDAD...

Y eso era solamente un ejemplo poco ilustrativo. Para que fuese ilustrativo quizá
debería ponerme más literario, hacer una pequeña historia de eso, copiar el texto de la hoja que cayó en mis manos, bla bla bla...

No debería renegar tanto de las casualidades, a veces hay unas interesantes: un pequeño susto, una taza de café y un viaje equivocado pueden ser el comienzo... de la NO casualidad.

Cosa # 2:

Para regresar a mi misantrópica-ególatra-rústica-retraida-huraña-arisca y desabrida personalidad debo decir simplemente:

Odio ver a los enamorados felices y satisfechos, especialmente cuando su amor es actuar y simular, ver a la cámara, Whisk, buenas noches amor, te amo, yo también, ¿por qué no te callas tontita?, este wey es un pendejo, dar y dar y dar, me duele, me haces daño, y montón de palabrotas vacías...

Odio cuando en sueños me señalas con tu largo, enorme y puntiagudo dedo a la vez que espetas en mi cara:
-Tú, eres el diablo-

Por cierto que me encanta estar enamorado, y creo que eso me trae muchos problemas... Caerse al mar, ir tras ella, desnudarse de vez en cuando, ocultar la cara con el rostro encendido, mirar toda la noche el teléfono, viajar largos caminos, escribir hasta la fiebre en papelitos perfumados, conseguir regalos vanidosos, escuchar música y gritar, sonreír estúpidamente...

Sonreír estúpidamente.

Ocio... sí...

Posted by Krmn Lilith On octubre 01, 2008 1 comentarios

Estoy suspendida...

Sobre la cama espera un libro de llamativa portada roja: sé que quiero leerlo pero me distraigo.

En algún otro lugar de la casa hay un piano sin maquinaria que también espera y termino abandonándolo: si está vacío, hay que discriminarlo, soy demasiado intelectualoide como para flirtear con algo hueco (a veces)...

El teclado no cede; los ojos están cada vez más necios, se cansan fácilmente...

La mente se embota frente a la pantalla...

Parpadean ventanitas de conversaciones triviales, repetidas hasta el cansancio (no todas)...

Esto es un asco, tengo sueño... no puedo construir una frase decente...

Al diablo...