De un milenio a la fecha...

Posted by Alan On diciembre 02, 2008 4 comentarios


Tras una larga y aburrida serie de sucesos que comúnmente denominamos vida... me perdí en extremas divagaciones y disertaciones sin importancia.

Nuevamente me pongo a escribir en el aquí presente "BLOG" porque simple y sencillamente, no tengo a quien escribir. ¿Triste, verdad? pero cierto también, ya no sé qué escribir, ni a quién escribir, ni si lo que se escribe tiene sentido, o si mínimo tiene algún valor.

Anteriormente me manifestaba en contra del superblog, de que es la vanidad encarnada que es bla bla bla... todo a raíz de unas cuantas discusiones con los amigos en las que se tocó el mentado tema, y también sirvió mi descubrimiento personal de unos cuantos blogs de SUPER EGO, en los cuales sus autores desplegaban toda su filosófica erudición (de manera chafa) y se presentan como unos chingones de la vida, lo cual me desanima siempre para escribir.

En estos días he tenido la suerte de que me dediquen unas líneas, lo digo así, porque siempre me quejo amargamente de que me escriban tan poco. Una de las cosas que más disfruto es tirarme un rato a leer algo que me escriban muy a lo decimonónico o más atrás si se quiere, algo denso y extenso que me tome un rato para leer y otro más para responder, diría que me gustan las misivas largas, la cerveza fría y las locas locas.

Ahora recuerdo que fue precisamente por un resfriado que hize un blog, ahora que estoy a la mitad de otro, me pregunto si será tiempo de eliminarlo, probablemente sí; lo borraré y nada cambiará, eso demostrará lo inútil que fue crearlo en un primer momento.

De Dientes para Afuera...

Posted by Lucia On octubre 26, 2008 1 comentarios

¿Podrías ayudarme aquí?- dijo, ordenando delicadamente, a quién comía su cuello con cadenciosa urgencia. Los besos y dientes se detuvieron aguantando la respiración y soltaron una risita siniestra. Por toda respuesta ella liberó su cabello atado con un lazo, y comenzó a descender mediante minúsculos lengüetazos por el torso desnudo hasta quedar hincada frente a él. El cinturón no ofreció resistencia y mientras desabotonaba el pantalón alzó la mirada clavándola en su rostro complacido. Bajó el cierre y tiró de los jeans bajando también los bóxers lentamente, dejando al descubierto el pene erguido. Miró la erección con agrado y posó sus labios en el glande. Despacio abrió su boca para dejarle entrar mientras su lengua danzaba ensalivando, probando…
Sintió el espasmo que recorrió a su acompañante, y comenzó la tarea de movimientos rítmicos que lo hizo gemir. Llevó su mano izquierda a los testículos masajeándolos con lascivia, en tanto que la derecha bajó a través de su cuerpo ya desnudo desde el inicio, buscando el clítoris. El vaivén de su cabeza era acompañado por ambas manos que propiciaban a la vez placer y urgencia. Cuando él empezó a mover su cadera, llevando el glande hasta su garganta, sus dedos se insertaron con rudeza en la vagina haciéndola a gemir. Los movimientos cada vez más bruscos la hacían excitarse de una manera insoportable; la respiración entrecortada de él la invitaban a oprimir con sus labios el pene que la envestía; la mano en su sexo la invitaba a buscar un final que estaba cerca.
El orgasmo la alcanzó primero haciendo su cuerpo explotar, perderse, pero siguió con su tarea porque él también estaba cerca. En unos segundos sintió como el miembro se hinchaba y latía, él soltó un grito de placer que se cortó cuando los dientes en un movimiento limpio se cerraron. –Un eunuco más para la colección- rió para sus adentros…
Primer cuento en Argentina
Nada parecido a lo que escribo normalmente...
Con tu perdón Zero y el de todos tus lectores...
O sin el ¡JA!

Soñé que me tiraban al mar...

Posted by Alan On octubre 12, 2008 1 comentarios



Anoche soñé que me tiraban al mar. Para ser más fieles a la verdad, soñé que tú me tirabas al mar:


Era de noche, pero no me importó, todavía tenía fuerzas para hacer algo más, y yo quería ver el mar. Era una de esas ideas extrañas que no sabes por qué las necesitas, pero yo sabía que tenía que estar esa misma noche cerca de la orilla salada. El cansancio no existía, aunque el día entero fue pesado y muy en el fondo no tenía fuerzas para nada más.


Tomé las llaves de la vieja camioneta de mi padre: una Town and Country 96, y me puse a manejar hacia la única playa que conozco bien; la playa de Chachalacas, que está a unos cuantos kilómetros de Veracruz.

El acostumbrado viaje fue tranquilo y sin contratiempos, de hecho son de esos viajes nocturnos en los que no pasa absolutamente nada. Solamente ves el pavimento iluminado por los faros, repasas las señales de tránsito que te van manteniendo despierto: 80Km, 55Km, Poblado próximo, Cuidado con las vacas, qué se yo… Pagas un par de casetas baratas y el resto lo tomas por las carreteras federales, llegas…


Al llegar no era tan tarde todavía, había hombres en bermudas y mujeres abanicándose; todavía estaban los niños despiertos. Un ambiente crepuscular de esos en los que puedes salir a jugar pelota hasta que la noche sea tan obscura que dé el juego por terminado.


Me estacioné cerca de la playa, cerré la camioneta con llave y me estiré un poco antes de salir a caminar. Estaba feliz, ese tipo de felicidad que solamente se consigue al cumplir un capricho absurdo, esa felicidad que se obtiene al saber que todavía te queda algo de poder, algo de voluntad propia para hacer lo que te venga en gana.

Había un enorme brazo de tierra que se adentraba en el mar; quizá fuera de unos quinientos metros, aunque junto a las titánicas proporciones del mar se veía solamente como una mínima extensión terrestre. Se extendía de la costa a nivel de las aguas, y poco a poco iba subiendo de altura. Y en el extremo más alejado, era ya un acantilado sobre el cual se veían las olas estrellándose a lo lejos.

Caminé por el brazo de tierra lentamente, sin prisa, saboreando la sal y el viento cálido, todavía en el camino me encontraba con gente que me miraba con pinta de “extranjero”. Llegué al extremo y había unas niñas jugando, gritaban y reían estruendosamente, ¡son niñas! Una de ellas se me acercó y me dijo: -¡queremos que saltes! ¡Salta! ¡Salta! le puse una mano en la mejilla y le dije lo más dulce que pude –No corazón. Mientras que muy dentro de mi cabeza pensaba: “yo no soy el juguete, ni la diversión de nadie”. Seguí caminando, y mientras miraba al horizonte sentí un empujón a mis espaldas, un empujón enérgico y sincero que me despegó del suelo y me precipitó a las olas. Curiosamente en vez de caer viendo al mar caí viendo hacia arriba, a los nubarrones obscuros, al acantilado cada vez más distante y finalmente todo con burbujas y muy azul.



Foto: © 2008 Alan Arroyo.

Flaca...

Posted by Alan On octubre 04, 2008 1 comentarios



Hay una fotografía tuya que me gusta mucho…. Ya no sé que más decir sin que suene al flitreo, pero seguiré de acuerdo al plan. Mañana, Monday que nos volveremos a ver… a oler. Me encanta que fumes esos cigarrillos, no porque te vayan a matar después de un tiempo. Sino porque me gusta el olor que despides; no me gusta que seas tan delgada, pero me gusta que seas alta. Me gusta la manera en que dices “Buen día…” y decididamente me gustas por coqueta por arpía y subterránea… Probablemente me esconderé en mi coraza de siempre y negaré que escribí, que lo pensé. Ferozmente diré que no es cierto, me comeré las uñas, y me morderé los nudillos. A fin de cuentas, por eso me gustas, por que no te importo, porque no me hablas, porque sin importar lo que pase, no va a pasarnos nada, porque ni yo te amo, ni a ti te importo. Pero es bonito pensar en que tengo tu foto; que algunos preguntarán “¿quién es?”, y yo les responderé con la misma mentira siempre: “una amiga” que seguirás diciendo “Buen día…”, y quizá algún día el bendito cigarrillo te mate, pero no me tocará a mi llorar hasta secarme, hasta tener los ojos hinchados y morados, a golpear con los puños el ataúd que encierra tu cuerpo. Probablemente asista, vea tu cara blanca y falsa. Lo más incómodo va a ser encontrarse con el pobre infeliz que llora junto a ti. Yo me pondré triste un rato y después, caminando lentamente a la salida del panteón recordaré: “cómo me gustaba esa flaca”.

Hoy, dos cosas...

Posted by Alan On octubre 03, 2008 0 comentarios


Cosa # 1:

Nunca he creído en las casualidades, o más bien creo que las casualidades no existen, todo tiene más o menos que ver con todo porque todo nos lo buscamos ---¿se entenderá eso?--- Hace poco cayó en mis manos una hoja que escribió una mujer (o supongo será una mujer). En ella relataba sus desventuras y al
gunas otras cosas que no entendí muy bien... La dejó en la biblioteca, justo sobre la mesa donde Sonia y yo trabajábamos.

Lo importante, o lo que "ella" consideraba más importante era remarcar eso de las casualidades. Aunque no creo que funcione así, ya que si dejó esa hoja encima lo hizo con un propósito, YA NO HAY CASUALIDAD...

Y eso era solamente un ejemplo poco ilustrativo. Para que fuese ilustrativo quizá
debería ponerme más literario, hacer una pequeña historia de eso, copiar el texto de la hoja que cayó en mis manos, bla bla bla...

No debería renegar tanto de las casualidades, a veces hay unas interesantes: un pequeño susto, una taza de café y un viaje equivocado pueden ser el comienzo... de la NO casualidad.

Cosa # 2:

Para regresar a mi misantrópica-ególatra-rústica-retraida-huraña-arisca y desabrida personalidad debo decir simplemente:

Odio ver a los enamorados felices y satisfechos, especialmente cuando su amor es actuar y simular, ver a la cámara, Whisk, buenas noches amor, te amo, yo también, ¿por qué no te callas tontita?, este wey es un pendejo, dar y dar y dar, me duele, me haces daño, y montón de palabrotas vacías...

Odio cuando en sueños me señalas con tu largo, enorme y puntiagudo dedo a la vez que espetas en mi cara:
-Tú, eres el diablo-

Por cierto que me encanta estar enamorado, y creo que eso me trae muchos problemas... Caerse al mar, ir tras ella, desnudarse de vez en cuando, ocultar la cara con el rostro encendido, mirar toda la noche el teléfono, viajar largos caminos, escribir hasta la fiebre en papelitos perfumados, conseguir regalos vanidosos, escuchar música y gritar, sonreír estúpidamente...

Sonreír estúpidamente.

Ocio... sí...

Posted by Krmn Lilith On octubre 01, 2008 1 comentarios

Estoy suspendida...

Sobre la cama espera un libro de llamativa portada roja: sé que quiero leerlo pero me distraigo.

En algún otro lugar de la casa hay un piano sin maquinaria que también espera y termino abandonándolo: si está vacío, hay que discriminarlo, soy demasiado intelectualoide como para flirtear con algo hueco (a veces)...

El teclado no cede; los ojos están cada vez más necios, se cansan fácilmente...

La mente se embota frente a la pantalla...

Parpadean ventanitas de conversaciones triviales, repetidas hasta el cansancio (no todas)...

Esto es un asco, tengo sueño... no puedo construir una frase decente...

Al diablo...

Egoteca...

Posted by Alan On septiembre 29, 2008 3 comentarios


Hay que ser honestos:

Tener un blog es un acto de vanidad, de orgullo, de necesidad de ser escuchados de alguna manera, de vanagloriarse de lo que se piensa, de lo que se hace, de lo que se dice que se hace, de lo que se es, de lo que se siente, de lo que no se siente pero no se dice, solamente escribiendo acerca de uno y de lo que dice uno.

En suma, tener un blog es algo repulsivo porque solamente es una manifestación virtual de lo que se tiene en la "egoteca" personal, privada.


Me he puesto a ver algunos blogs, y pocos son los que se salvan de mi ataque al ego, (creo que ni el mío se salva y quizá merezca ser borrado por eso)

No puedo ser un censor ni un discriminado de lo que debe o no debe estar, a fin de cuentas es el Internet y te encuentras lo que sea allí metido, encuentras a quién sea allí metido. Por eso también tengo Hi5, (vale la pena decirlo) por puro morbo de ver que suben los amigos y enemigos, por gusto de andar curioseando por las fotografías y los comentarios que no me aluden y que no me importan. Y, ¿por qué no? Por el temor de ver a la amada en brazos de otro.

Eso sí, yo intenté que más personas esribiesen aquí y si no lo han hecho, entiendo que les de pereza (como dijese el morado en sus ratos lúcidos), porque a fin de cuentas el escribir llega a ser un acto ocioso, un acto que no vale la pena para derrochar tiempo, o todo lo cotrario (e igualmente perverso), el escribir como un acto totalmente deificado, puro y sacrosanto, del cual no hay que abusar si no se tiene algo verdaderamente bueno para contar.

Y van las confesiones:

Tengo miedo de ponerme a postear con el único objetivo de subirme un poquito más el ego, de sentirme mejor o bien. El escribir no solamente tiene esa función terapéutica de psicofármaco (como oyese decir por ahí el nombrecito rimbombante) Sino que también es frustración, es miedo, es... bah, yo no sé lo que es, pero tengo toda la vida para irlo descubriendo.

Creo que con el tiempo he encontrado algo que me molesta: el Yo-Yo... MA (mal chiste) Me molestaría convertirme en uno de esos literatos que he ido conociendo, que solamente saben decir: Yo hice, Yo leí, Yo escribí, Yo conocí, Yo publiqué, Yo la mierda!!!

C'est tout

Z(X)



Foto: © 2008 Alan Arroyo.

Espertar

Posted by Alan On septiembre 21, 2008 1 comentarios


Alguna vez me regalaron una nube, por eso yo quiero regalarte una. Así pues.
Te regalo una nube…
¿Cuál quieres?
¿Esa de allá?
¿Esa grande?...
Pues entonces yo te la regalo; siempre te va a seguir, porque ahora esa nube es tuya.
ǨǨǨǨǨǨÇ
Sabes que siempre he sido epistolar, más de remitentes. A veces funciona el Internet, otras mejor usar papel y tinta azul.
Cuando me propongo escribir a “todos” al “mundo” a “nadie” simplemente no me sale, no se siente, no parece real. Es horrible escribir absurdamente para un impreciso, para una cualquiera.
Por eso yo prefiero que huela un poquito a alguien, porque las historias no las hago yo; me las cuentan.
Ç^Ç^Ç^Ç^Ç^Ç
Estoy enfermo de cuestiones amorosas, ya no quiero saber nada de ellas.
No quiero ser complicado, preferiría ser más etéreo; ser de lo más simple: un hombre fácil, un hombre práctico. Pero siendo honesto, todo suele ir de la chingada.
Me acuerdo a cada tanto de las Noches Blancas de Dostoievski, y me río, porque me siento así todo el tiempo. Siempre se van con el bruto y el absurdo; con el feo y el patán infeliz. Yo nunca soy tan mala opción y creo que por eso me dejan solo.


Foto: © 2008 Alan Arroyo.

Demostraciones...

Posted by Alan On septiembre 18, 2008 4 comentarios

Mi corazón está así:
También podría verse así:


La verdad, no importa mucho como se vea, lo importante es lo que le pasa... es más o menos esto:

Pero creo que con un poco de esto, se borra...

Momento Kodak.

Posted by ::Escarola:: On septiembre 17, 2008 2 comentarios


Si creyera en aquella burrada de ingenioso barniz según la cual "una imagen dice más que mil palabras", andaría por la vida cargando una cámara (que siempre hago). Quien haya pergeñado ese eslogan con ínfulas de proverbio poco o nada sabrá de la delicia que es encerrarse a acomodar un millar de palabras retobonas. Cuando hacía publicidad -si hubiera de elegir una imagen ideal para ilustrar estas tres palabras, usaría la de una sierva sexual en el retiro- solía escuchar máximas de este tipo, con las cuales podía uno salvar o echar abajo una determinada idea. Dos de ellas me gustaban. De hecho, deberían formar parte del catecismo elemental de cualquier escritor o fotógrafo, toda vez que una y otra son aplicables a los dos quehaceres, y a su modo a cualquier tarea estética:

1. Escribe con imágenes, ilustra con palabras.
2. Si ya lo has visto antes, no hagas click.

En mil palabras caben varias decenas de imágenes, y hasta cientos, si se escribe un poema. Palabras de sabores, olores y colores diferentes, de pesos y medidas tan variables como formas habrá de combinarlas, de duración y resonancia configurable de acuerdo a los conjuros exigidos, de hondura elástica y casi siempre alta temperatura (se habla o se escribe, al fin, para romper el hielo). Escribir con imágenes no es trazar dibujitos insulsos -que es como a mí me salen los dibujitos- y acaso explicativos, sino pujar, sudar y desvivirse por el puro deseo de traer a la luz algo que es más que imagen o palabra. Algo que duele o arde o punza o peturba o desvela o o fascina o perfora o somete o hechiza, o todo al mismo tiempo, si es posible. Algo que parece alguien, de repente. Algo que sólo puede existir de una manera exacta, que sin embargo vemos aún borrosa y es preciso encontrarla de entre tantas variables concebibles. Cual si más que una imagen fuera un espíritu y hubiera que llamarlo a puros gritos en medio de una noche chocarrera.
Se está desamparado entre tantos fantasmas. Afortunadamente, de eso se trataba. Darse a acomodar uno o varios millares de palabras supone una afición al desamparo que bien puede expresarse en otra máxima, por lo común sarcástica y sin embargo cierta y comprobable como las mismas leyes de Newton, sólo que en territorios del placer. Así, lo que en la burocracia nos parece execrable lo exigimos en la literatura:
3. ¿Para qué hacer las cosas fáciles, cuando podemos hacerlas difíciles?
No se sienta uno a escribir una historia pensando en resolver sus problemas, sino antes y encima de eso en hacerlos crecer y multiplicarse. Inventarse acertijos que desembocan en nuevos acertijos, y éstos en otros más, de forma que al final se invoca a un extravío similar al de aquellos intrépidos cósmicos que desafiaron a la psilocibina y se preguntan ya, a media turbamulta sensorial, si les será posible regresar. Por eso nos da risa el necio petulante para quien escribir es "cosa fácil", cuando la verdadera gracia de intentarlo está en hacerlo endemoniadamente difícil. No es en la libertad, sino en la restricción donde quien narra encuentra el cuerpo del deleite. La fórmula es antigua, como el deseo: entre menos se pueda, más se querrá.
No hay palabra que valga por mil imágenes, pero hay varias que se cotizan en un click. Nunca sabemos en dónde buscarlas, aunque de pronto se aparecen solas y uno sencillamente sabe que son ellas, como quien llamó a un alma en la distancia y reconoce ya su inconfundible pálpito. Conjura con plegarias, predica con espectros, pienso en parafrasear, preguntándome si ésta podría ser tal vez la imagen final, cuando de pronto escucho la música secreta de un botón que hizo click.
Pax Christi.


Foto: © 2008 Aura Mercado.


Los seres humanos tenemos una memoria muy frágil, (curiosamente en esos momentos nos acordamos de los historiadores) No sabemos controlar nuestro presente basándonos en el pasado: cometemos los MISMOS ERRORES una y otra vez.

Borges hablaba de un círculo vicioso en el que estábamos atrapados y además era imposible escapar (pero... es Borges, ustedes comprenderán)

Siempre metemos el pie en el mismo BOYO, POLVORÓN, DONA, MANTECADA, ANTIFAZ, BIZCOCHO (los bizcochos son especialmente terribles) TORTA HELADA... y no nos conformamos con hacerlo una vez con el Boyo, también caemos revueltos en la mantecada; y el bizcocho nos propina tales pisotónes, pellizcos y bofetadas, que terminamos cárdenos, y un poquito azules llorando en el piso.

¿Qué pasará cuando se quemen todas las computadoras?... posiblemente tengamos un severo problema de memoria: se nos olvidaran los cumpleaños, los teléfonos, las ideas, nuestros nombres... Habremos perdido la memoria y tendremos que recurrir a la poca que nos quede y acaso solamente se oirá el eco de nuestras metidas de pata, esas que resuenan al oído por días y días:

Quiero alterar tus emociones...
Quiero que te decepciones de mi...
Quiero ser humano...
Quiero encontrar lo monstruoso en mi...

Pero sobre todo:

Quiero tenerte en mis manos...





Foto: © 2008 Lucía BzVz.

Bagatelas con Malbec naranja enmedio...

Posted by Alan On septiembre 15, 2008 2 comentarios

La teta de Venus se asoma a mitad de la clase... quiero verla desnuda sin tener que dedicarme a esa mórbida seducción.

Inclinada solamente a recoger la barra de jabón.


Sigue adelante, no permitas que decidan por ti, nunca te des por vencido. Escribe mucho, sé lo mejor que puedas ser. Déjate querer, busca la felicidad y vívela al máximo.

Te quiero mucho y te voy a extrañar...


Un orgasmo es infinitamente: un acto destructivo, violento, amoroso. Acabas por ser un hombrecillo pequeño, curvo, y salado.

Cosas que te pasan al comer 1kg. de Carne:


  1. Te cuesta trabajo dormir.
  2. Cuando lo consigues te da calor.
  3. Tienes sueños.
  4. En tu sueño todos están briagos.
  5. Sueñas que estás en casa, pero los briagos movieron todos los muebles.
  6. Sueñas que duermes en un automóvil (89)
  7. Despiertas por la mañana y no tiene estéreo, dirección ni neumáticos.
  8. Enloqueces por encontrar una playera negra.
  9. Y vas de regreso a la escuela.

Foto: © 2008 Alan Arroyo.

Sexo

Posted by Alan On septiembre 14, 2008 2 comentarios



Uno se va acordando de historias que encajan en muchos lados. Al habar de sexo, vienen a nuestra cabeza imágenes fuertes o tiernas.

Algunos, ríen por lo bajo y comienzan a recordar cuando le quitaban la ropa, cuando le decían porquerías al oído (en voz muy queda)... aunque no todos tienen tan buena suerte:

Teluminus y Nadine son corrientes, vulgares, como gustéis llamarlos. Pero no por eso podemos dejar de considerarlos. Es casi como intentar desembarazarnos de los gringos diciendo que: les gustan las hamburguesas, los concursos de comer hot-dogs, dispararse entre ellos, etc. pero, a decir verdad, no son nada pendejos.

Una tarde amarilla y pinceleada con azules llegaron tomados de la mano al "Sitio", el "Sitio" no era más que una cueva a uno doscientos metros de la cabaña de Vinci. Ese lugar se había vuelto casi como un hogar para ellos después de tantas visitas. Ya tenía pinta de casa: una mesa de madera hinchada, piedras amontonadas para hacer de sillas, y una alfombra que olía a cenizas, humedad, y gritos agudos.

Ya estaban todos ahí, y habían traído algo verdaderamente fuerte. Los esperaban con impaciencia mientas lanzaban miradas compulsivas al centro de la mesa, donde descansaba en su jaula el pequeño demonio alado que iba a ser sacrificado. Nadine saludó despreocupadamente y miró al demonio a los ojos por largo rato.

-Ya estamos todos -dijo uno de ellos, mientras se ponía un par de guantes de piel para sujetar a la bestia alada.

Todos se quedaron mudos mientras sacaba de la jaula al demonio confuso, se revolvía, mordía y hacía lo posible por escapar. Pero lo tenía bien agarrado, lo metió a la pipa de vidrio que habían improvisado, y quedó atrapado en la burbuja.

El fuego estaba preparado y pusieron la burbuja encima... el demonio cambiaba de color, después solamente aleteó desesperado cuando ya estaba rojo y se esfumó con un ¡puf! que casi sonó cómico de no ser que las tripas estaban desperdigadas por toda la burbuja.

La pipa circuló inmediatamente de mano a mano, y ese vapor negruzco entró y salió de las entrañas de todos. En poco tiempo Nadine ya estaba tendida en la alfombra y todos los hombres estaban sobre ella. Teluminus quedó largo rato mudo, no podía darse el lujo de mostrarse débil. Pero cuando ella abrió las piernas por quinta vez, salió de la cueva sintiendo algo entre repugnancia y odio.

Desde entonces ya no es el mismo... desde entonces trata a las mujeres con desprecio. . . Ahí está el por qué.


Foto: © 2008 Alan Arroyo.

Comienza El Aventadero

Posted by Alan On septiembre 13, 2008 16 comentarios


Impulsado por una inexplicable necesidad de extirparme esos odios mocos aguados, consecuencia de una gripe; una novela de Émile Zola, lectura obligadísima, que poco a poco va mermando mis fuerzas y energías a golpe de ir leyendo las desgracias de los mineros y: Gina, con su exelente blog. Me dieron ganas de escribir:

Justamente hoy pensaba: ¿Por qué cargar una rabia silenciosa?

Desde la octava hora del día hasta la décima quinta tener ese sentimiento oprimiendo las costillas.

Caminar por los pasillos, por las calles, debajo de los puentes (encontrar algún troll) entre estornudos y mocos agudizados por la luz del sol...

Llega un momento, en que simplemente te desplomas en una acera y te quedas pensando en lo que piensan todas esas personas que te miran.

Pones cara de sabueso triste (si es que es humanamente posible)...

Te levantas al sentir gotas de sudor en la frente y trepas a esos horrendos puentes amarillos, creados especialmente para lunáticos, distraídos, furiosos y miedosos. De no ser por la maravillosa invención de estos puentecitos amarillos, seguramente habrían muerto ya al cruzar las avenidas este compendio de personajes hormonales. Ciento diez escalones de abajo para arriba (grito monstruoso) y otra vez bajar.



Foto: © 2008 Alan Arroyo.