¿Debo llorar al verte?

Posted by Alan On marzo 21, 2011 3 comentarios





Si no eres capaz de soportar mis peores momentos, entonces no te mereces los mejores. Entrégate por entero. Sé la parte fundamental del resto de su vida. Dalo todo. Extraña. Añora. Contémplala hasta languidecer. Consuma tu existencia. Sufre conmigo. Corta mi respiración. Siente náuseas. Resiste todo mi dolor.

///Tengo una proclividad natural a rechazar todas las ideas anteriores. Considero que son producto de una educación emocionalmente inestable, de un montón de panfletos de la Iglesia del Último Cárabo y una institutriz del siglo XIX que violó salvajemente al pequeño Ben (los detalles del horrible crimen los tengo a resguardo en mi biblioteca, sólo al alcance de quien guste revisarlos con sincero morbo).

Seño: ¿No me diga que se tragó el cuento Disney?
Señito: ¿No me diga que lo va a amar para siempre, por siempre jamás?
Señorita: ¿A poco lo va a amarrar con esa rolita cursi, dos besos medio mal dados y las piernas bien cerraditas?
Señora: No me joda (ni mejodadá)

Lo único a lo que aspiro es a ser correctamente un Don Nadie. Tarea harto complicada de verdad; es difícil encontrar colocación entre tanta chusma anónima. Buscas un huequito donde puedas mantener el más bajo perfil e inmediatamente te dan un puntapié y te quitan de en medio.
Quizá ser un punto en la nada no sea lo conveniente.

///Cierras tras de ti la puerta del baño, hay una enorme ventana y justo debajo una coladera, te sacas el pene y orinas, orinas las paredes, te haces para atrás y mojas la ventana que comienza a filtrar luz ámbar, orinas mientras tarareas una cancioncilla insulsa. El nivel comienza a subir, comienzas a sentir húmedos los tenis, luego los tobillos bien mojados, llega a las rodillas, la cintura, el pecho, los hombros, tragas un poco, flotas mientras sigues orinando.

Sí, tengo miedo, por eso fui a tirarlo.



\\\Quítate ese maldito sweater rosa, roba una máquina de escribir y tira dinero a los niños en la calle. Olvida esa maldita idea de amor XIX y acompáñame a beber cerveza, a jugar raqueta y a reír del ridículo drama que otros arman. Déjame contar los pelitos que asoman de tu axila, colectar todo el cerumen que pueda y hacerte un altar miniatura. Luego ponte mi ropa, mis lentes y mi reloj; lleva un fajo de billetes y sal a ligar morras (que tanta falta me hace). Yo me quedo en la casa a subrayar copias, hacer apuntes y a escribir tu libro (que tanta falta te hace).
P.D. Me andan buscando por pellizcarle la nalga a la muerte, toma precauciones.


Dibujo: © 2011 Ariadna R. E.

3 comentarios:

Unknown dijo...

La muerte no encaja demasiado bien los pequeños detalles.

Lucia dijo...

Eso de contar los pelitos de la axila suena como deporte nacional... Un tanto difuso y muy personal, pero me gusta n_n

Kurápani Technicolor dijo...

Nunca he orinado tal cantidad de miedo y vaya si lo he tenido, pero si puedo hablar de flujos menstruales, entiendo el punto, saludos!! -aunque no me creas o mis saludos no te lleguen, te extraño mucho-